6
de diciembre
Su
imagen me persigue: que duerma o que vele, ella sola llena toda mi
alma. Cuando cierro los ojos, en el cerebro, donde se halla la
potencia de la vista, distingo con claridad sus ojos negros. No puedo
explicarme esto. Me duermo y los veo también: siempre están ahí,
fascinantes como el abismo. Todo mi ser, todo, no puede separarse de
ellos.
¿Qué
es el hombre (...)? ¿No le falta la fuerza cuando más la necesita?
Y cuando abre las alas en el cielo de los placeres, lo mismo que
cuando se sumerge en la desesperación, ¿no se ve siempre detenido y
condenado a convencerse de que es débil y pequeño, él, que
esperaba perderse en el infinito?
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